miércoles, 2 de julio de 2008

ReFleXión

El módulo propedéutico ha concluido, en el camino han quedado huellas del hacer en los seres que hemos transitado por este  laberinto del saber…

Centenares de  tazas con un aromático café, decenas de lecturas con fines específicos, una computadora abarrotada de archivos en una carpeta que agrupó sesiones de trabajo, alguno que otro conflicto en los centros laborales,  muchos encierros, bastantes abandonos, constantes interrogantes e inquisiciones, múltiples diálogos con los compañeros, infinidad de desaciertos, muchas preguntas aún ocultas, talacha tras talacha en los exhaustivos ejercicios reguladores y controladores de diferentes momentos de un proceso formativo, incesantes insatisfacciones entre los actores y los usuarios de un servicio, una plataforma que agotada de soportar en sus “storages” y ligas tanto saber, decidió por si misma “caerse” y no brindar más un servicio (no había más que hacer por ella, surgió en su lugar una sustitución, que a las pocas semanas de creada  requirió su primer mantenimiento),  locuras en la azotea de la UPN para re orientar una antena sin señal, inagotables momentos de fe al creer en las oportunidades que se construyen desde las TIC´s (y en la esperanza de que las agendas estuvieran a tiempo), visitas de representantes legales de un sistema al que no representan (pues enarbolan una bandera que muchas veces no son capaces de defender para la toma de decisiones con argumentos sólidos, consistentes y críticos), regaños y señalamientos inconsistentes y contradictorios  en las tele sesiones (claro que ya todo estaba fríamente calculado), seis visitas medicas cargadas de culpa por atravesar el síndrome de burn out tras las constantes acciones emprendidas en este semestre… 

 

El aprendizaje en línea se puede tornar  furtivo, pues,  aunque tiene la oportunidad de abrirse a otros y ser mirado, no reconoce lo cotidiano del ser, lo da por hecho, hace que lo obligado deseche al sujeto, quien tiene que cumplir al pie de la letra lo dicho y solicitado,  en la interacción, lejos de recibir palabras calidas y amables, se le arroja  al calor de la computadora y al consuelo de la web o los compañeros de SEDE ( y a resolver problemas, pues el nivel lo exige, no se desea escuchar lo que aqueja al cliente e incomoda al proveedor), los acompañamientos vividos en la educación basada en competencias son verticales (enmascarados por la rigurosidad académica), niegan la posibilidad creativa del que aprende aprendiendo, aplastan la  subjetividad que trasgrede  los criterios de logro.

 

Las competencias y los criterios de logro siempre fueron públicas, ¡mas los debates y acciones vividos en lo oculto por el ser que las consolida, NO!, describir el éxito en números o rangos de desempeño no es suficiente, urge hablar de lo fugaz y efímero de lo cotidiano y que se hace permanente en el ser que surca una formación, pues tal parece que por ser un posgrado,  a las instituciones que forman no les interesa  conocer del otro, y se refugian en un discurso muy arcaico y plagado de inseguridad: “deberían saberlo, están en maestría”, ¡PUES NO!, el espacio se abrió para saber y no dar por sentado que el otro sabe, y los esfuerzos han de ser mediatizados para conseguir mejoras.  

 

Los obligados reconocimientos al CECTE, ante la presión de los grupos resolvieron los diversos problemas que atravesaron, la planeación sistemática de las actividades de aprendizaje, el esmero en cada una de las retroalimentaciones de los tutores, el desvelo, cansancio y el esfuerzo en las observaciones  hechas a los productos.  

1 comentario:

MCGonzalez dijo...

Gracias, gracias por tus reflexiones que me hacen cavilar, evaluar, cuestionar, pero sobre todo, avanzar, avanzar en pos de mejorar como persona, como tutora y como profesional.

Ahora entiendo por qué furtivo…

Cristina González